Los perros siempre han estado unidos a los humanos y sus civilizaciones. Las primeras efigies de perros que conocemos son las pinturas prehistóricas que representan escenas de caza en las que jaurías de perros persiguen a la presa junto a los hombres armados con lanzas.
El perro más célebre del antiguo Egipto es, sin embargo, Anubi, el dios de los muertos que tiene cuerpo de hombre y cabeza de perro o, según algunos arqueólogos, de chacal.
El pueblo egipcio respetaba y amaba a los perros y protegía sus vidas con leyes rigurosísimas. El responsable de la muerte de un perro era condenado a la pena capital.
Los perros y los gatos gozaban de los mismos procedimientos que los seres humanos en la momificación y la sepultura y se los honraba con una ceremonia fúnebre más o menos solemne, según la condición social del dueño.
Todo esto es altamente significativo en un pueblo que daba importancia absoluta a la vida más allá de la muerte.
Los asirios y sumerios representaban y describen también escenas de caza y de guerra en las que al lado de los hombres aparecen grandes y aguerridos canes.
Los griegos les tuvieron una gran estima y no faltan los testimonios de muchos ilustres autores que cantan sus dotes y virtudes y narran sus proezas heroicas.
Antes de la gran expedición y conquista de Asia, Alejandro Magno hizo que se atara a su perro Peritas hasta embarcar y alejarse con el fin de que no lo siguiera. Cuando ya estaban lejos de la costa los marineros avistaron a Peritas nadando con todas sus fuerzas. Lo recogió y llevó con él por supuesto.
Un día Alejandro estaba solo ante una emboscada y Peritas lo salvó a costa de su propia vida.
Virgilio, en diversos paisajes de su obra, deja traslucir su amor por los perros al igual que la mayoría de los autores latinos.
Y así siguió a través de cada civilización y cultura. Se fue adaptando a las distintas sociedades. Fue sacado de su hábitat como observamos desde los homínidos, integrándose como un miembro más de la especie humana.
O sea que hablar de perros es hablar de la historia humana en la cual ocupa un puesto de honor por su ayuda constante en la evolución; los hombres han sabido aprovechar la entrega y generosidad de esta especie para su beneficio y al mismo tiempo muchos fueron los que lo reconocieron.
La historia de los cánidos tiene también su parte oscura, en la que han sido maltratados, vilipendiados, destrozados. Pero eso no nos extraña, una parte de la especie humana ha sido así también con sus congéneres. Lo sigue siendo y lo seguirá…
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